Santa María es una ciudad donde suceden cosas fuera de todo cálculo (aunque con los años se hayan vuelto totalmente calculables). Al turista desprevenido, le puede sorprender que en el bar de la plaza principal (es decir, en El Bar de La Plaza Principal), el mozo se niegue rotundamente a servir un sánguche de lomito “sin mayonesa por favor”. Porque el plato sale con mayonesa, y punto. Resultará en vano intentar justificar el pedido con una alergia, por ejemplo. Por más grave que esta sea. La respuesta del mozo siempre será la misma: “…y…sale con mayonesa, si no le gusta, pídase otra cosa”. Con y a pesar de estos reveses, Santa María es una ciudad adorable.
En Santa María, algunos sentidos están coagulados. Algunas palabras funcionan por fuera del lenguaje. Solas. Unívocas. Algunas palabras no admiten la interpretación. Simplemente son.
Como la vida de algunas personas, hayan o no visitado Santa María.