por Arianne Sodero Calvet







viernes, 31 de mayo de 2013

las cosas como son





En la metáfora, el sentido se desborda.
Cuando falta, solo queda un lugar posible.
Petrificado y sin tiempo.
Donde el cuerpo deja de ser cuerpo y se vuelve sustancia.

Hay algo más. Algo perturbador, escalofriante.

Y es que a veces, falta la metáfora… y no se nota.


viernes, 24 de mayo de 2013

Hipocondría, hipocondriara o hipocondriase.


La relación con mi cuerpo está profundamente determinada por el significante. Como la de todos, bah.

Si pienso que “me envenené”, corro a la Guardia de la clínica San Camilo que (aún) me recibe con los brazos abiertos.
 
A veces creer en una posible “insuficiencia cardiaca”, me quita el sueño varios días y varias noches.

Cuando finalmente el tratamiento médico a mis malestares eventuales se circunscribe a una receta de ibuprofeno 400mg –ni siquiera de 600mg-, entiendo que lo que duele, lo que en verdad duele… es…  (*1)




(*1) esa cosa que alivian los psicoanalistas.


martes, 7 de mayo de 2013

Serás (no importa qué)

















Cuando me presentan a algún desconocido y digo, con la sinceridad que a veces me permito: “no hago nada”, o peor aún: “trabajo en un call center”, siempre aparece alguien que resume mi CV con cierto nerviosismo en el tono de voz. Generalmente su frase comienza con: “bueno, pero trabajó en… estudió tal cosa… además hizo esto, y aquello… bla”.

Como si justificar –con palabras que no incomoden- nuestra existencia ante los demás fuese más importante que pensar en serio los eventuales aprietos en el circuito del deseo.

sábado, 4 de mayo de 2013

la letra chica


El funcionamiento de la economía es una caja negra para muchos, entre los que me incluyo. Por tal motivo, ante las cuestiones básicas de la vida cotidiana, como la inflación de los precios en el supermercado, estamos desprotegidos. No saber sobre las cosas importantes, nos vuelve indefensos. No entender la lógica de la trama, nos hace vulnerables.

Pensaba, por ejemplo, en que si se llegase a romper el calefón de casa y viene Juan Carlos Arreglatodo y me dice: “Señora, hay que cambiar el motor” deslizando un módico presupuesto de cuatro cifras “solo por ser usted, sino lo cobro mas, vio?”. Lo pagaría. Si. Pagaría por el motor de un calefón.

El problema es que si creo en la palabra de Arreglatodo puedo quedarme tranquila y contenta con un calefón funcionando con “motor nuevo”, pero si lo pongo en duda tengo que abrir el calefón y llevarme la enorme desilusión de que en verdad, los calefones no tienen motor (al menos no el que me vendió JC).

El saber tiene un costo. Implica un gasto de energía. Ver, investigar, leer, pensar. Querer saber, es todo lo contrario a quedarse tranquilo.

Si no entendemos la economía de la inflación y sin saber (porque no tenemos por qué saberlo de entrada) repetimos discursos ajenos, vamos a repartir mal las responsabilidades. Se trata quizás de tomarse el tiempo y el trabajo de abrir la caja negra y querer ver. Pero sobre todo, se trata de estar dispuesto a hacerlo.