por Arianne Sodero Calvet







viernes, 13 de septiembre de 2013

de imperativos y generaciones

 
Las herencias suponen dos lugares. El lugar de quien la deja y el lugar de quien la recibe.

Mi abuelo me dejó un cofre cerrado con candado y la idea de que ahí se guardan todas las garantías de la vida. El problema es que la llave que abre el candado no existe y la creencia sobre lo que contiene ese cofre es avasallante. Tan poderosa que puede dirigir una vida entera.

Mi abuelo me dejó un arma mortal, con el cargador lleno. Y eso que tan solo dejó una idea y nada mas: la que hace creer que el motor de la vida de uno, está puesto otro lado.