Escuchar la vibración del silencio. Escuchar la palabra elegida de antemano. Escuchar el latido, la necesidad y el deseo. Escuchar el tiempo y la soledad mortífera. Escuchar en el cuerpo, los intervalos. En el hambre, los espacios. En el vacío, la distancia.
La grieta se abre. Rompe la superficie. Invita al ojo espía a (des)creer en la imagen verdadera y a (des)conocer la mentira óptica. La grieta se expande y desteje la trama, recoge las hilachas e hilvana otra posible realidad.
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