por Arianne Sodero Calvet







viernes, 17 de junio de 2011

estoyalhorno.com


Las mudanzas, funcionan como un crisol emocional.

No se dónde, no se por qué.
No se cómo y no se cuándo.

Solo dueños y la perversión inmobiliaria.

Tiempo límite y el otro. Siempre el otro.

Una decisión, el azar y la casualidad.

Entre las ganas, las posibilidades y el mercado.

Y querer cruzar la gran avenida que divide el tiempo.

El barrio nuevo, que siempre estuvo ahí.
Cerca.
Almagro siempre estuvo cerca.

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