“Hacer del todo oscuro y confuso,
partes claras y distintas”. Esto lo dijo Descartes, en el Discurso del método.
A las cosas complejas (que son la mayoría), se las conoce analizándolas. Una
muestra de sangre, una obra de arte, una vida entera. Dividir, separar,
fragmentar para alcanzar algún saber.
Creo que por esta frase del
“Discurso…” terminé la carrera que elegí. Hasta me anoté para ser ayudante de
cátedra, con el único fin de recorrer una y otra vez este concepto. Descartes
fue, en mi vida, el primer revolucionario.
El saber se alcanza, en un
segundo momento, el de la síntesis. No es cuestión de que los pedacitos queden
desparramados, porque sería francamente insoportable. Es en este paso cuando
aquello oscuro y confuso, se vuelve claro y distinto.
El psicoanálisis funciona así, de
alguna manera. Nos saca de eso que suponemos un todo unificado, y que tantos
problemas nos trae, ese supuesto que da un sentido a la vida y al que, por esto
mismo, nos aferramos y nos cuesta largar. No está bueno que la vida no tenga
sentido, honestamente. Pero hay sentidos que mortifican, y lo terrible de la
cuestión es cuando nos quedamos con esos sentidos, oscuros y confusos, que
aunque no tengamos ni idea de que significan, comandan nuestro breve paso por
el mundo, y hasta convivimos con ellos en lugar de ponerlos en duda,
analizarlos, para volverlos claros y distintos.
Se trata de saber, ni mas ni
menos. Y para saber hay que arriesgarse a perder un sentido, con la
incertidumbre de que lo que aparece en el horizonte es el vacío. Perder el
compuesto, hasta llegar a las partecitas que lo componen, que no dicen nada,
que no dan un ser.
Luego la síntesis, siempre novedosa, y eso... eso depende de cada quién.
1 comentario:
Maravilloso. Habrá que ver, encontrar, profundizar y reordenar esa fotosíntesis necesaria y lejana para producir oxígeno de tanta luz caótica e inabarcable.
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