por Arianne Sodero Calvet







miércoles, 14 de noviembre de 2012

entrar al baldío



“Hacer del todo oscuro y confuso, partes claras y distintas”. Esto lo dijo Descartes, en el Discurso del método. A las cosas complejas (que son la mayoría), se las conoce analizándolas. Una muestra de sangre, una obra de arte, una vida entera. Dividir, separar, fragmentar para alcanzar algún saber.

Creo que por esta frase del “Discurso…” terminé la carrera que elegí. Hasta me anoté para ser ayudante de cátedra, con el único fin de recorrer una y otra vez este concepto. Descartes fue, en mi vida, el primer revolucionario.

El saber se alcanza, en un segundo momento, el de la síntesis. No es cuestión de que los pedacitos queden desparramados, porque sería francamente insoportable. Es en este paso cuando aquello oscuro y confuso, se vuelve claro y distinto.

El psicoanálisis funciona así, de alguna manera. Nos saca de eso que suponemos un todo unificado, y que tantos problemas nos trae, ese supuesto que da un sentido a la vida y al que, por esto mismo, nos aferramos y nos cuesta largar. No está bueno que la vida no tenga sentido, honestamente. Pero hay sentidos que mortifican, y lo terrible de la cuestión es cuando nos quedamos con esos sentidos, oscuros y confusos, que aunque no tengamos ni idea de que significan, comandan nuestro breve paso por el mundo, y hasta convivimos con ellos en lugar de ponerlos en duda, analizarlos, para volverlos claros y distintos.

Se trata de saber, ni mas ni menos. Y para saber hay que arriesgarse a perder un sentido, con la incertidumbre de que lo que aparece en el horizonte es el vacío. Perder el compuesto, hasta llegar a las partecitas que lo componen, que no dicen nada, que no dan un ser.

Luego la síntesis, siempre novedosa, y eso... eso depende de cada quién.

1 comentario:

Vestidos D.C. dijo...

Maravilloso. Habrá que ver, encontrar, profundizar y reordenar esa fotosíntesis necesaria y lejana para producir oxígeno de tanta luz caótica e inabarcable.