por Arianne Sodero Calvet







viernes, 16 de febrero de 2018

Taras Bulba


Cuando mi mamá tenía 14 o 15 años, la Metro Goldwyn Meyer filmó Taras Bulba en Salta. Fue una mega producción, con Tony Curtis, Christine Kauffman y más de 500 extras en escena. Si ¡en Salta! Aparentemente el paisaje era similar al de Ucrania, solo que mucho más barato. Mi mamá hizo de odalisca y mi papá de corsario. Toda su generación tuvo algún papel en esa película. El comentario obligado con mis amigos siempre fue “de qué salieron tus papás en Taras Bulba”. (nota: esta historia no es sobre cómo se conocieron mis padres). Cuestión que uno de los productores se quedó fascinado con mi mamá y le propuso que fuera a Hollywood para hacer otras películas con ellos y que entre en la línea de Sofía Loren y Claudia Cardinale. Mi abuela no la dejó, porque era muy chica, porque no era ambiente para ella, porque no iba a viajar toda la familia a otro país.


En parte me alegra, porque unos años después nacieron mis hermanas y nací yo.



Hace un tiempo estábamos con Maria en un Blockbuster y encontramos Taras Bulba en la góndola de clásicos. La alquilamos y nos juntamos todas a verla. Mi mamá estaba feliz, creo que vio la película una sola vez, hace cuarenta años y nunca más. La entiendo: dura 3 hs y es un bodrio. Pero verla con la crítica simultánea de mi vieja, los chismes de rodaje y los recuerdos que se le venían fue uno de los momentos mas increíbles de mi vida.



Por alguna razón, nunca nos quedó el “que hubiese pasado si…” Será porque mi mamá habla poco de eso. También habla poco de su mamá, mi abuela. Creo que no es necesario que se explaye, estoy segura de que cada una tiene su versión de eso que nunca nos contó. Lo sabemos igual, pero distinto.

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