El último 24 de diciembre, trajo a Buenos Aires una temperatura
sin precedentes. Durante todo el día, lo cotidiano se volvió infernal. El
semblante de la gente en la calle anunciaba el panorama de la noche festiva: tener que pasar la velada con el riesgo de que cualquier
comentario prenda fuego todo. Cenar
en familia, en una mesa donde lo que se dice (pasame la sal, qué bueno está el
vittel toné, quién compró los helados) está en función de mantener intacto todo
lo que no se puede decir. La
Celebración*, en el corazón de la institución familiar
misma.
*película de Thomas Vinterberg
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