Mi analista atiende en un departamento de cuatro ambientes; tiene un par de consultorios que comparte con un colega de ella. En los años que llevo de analizante, me he cruzado con varios pacientes del otro analista. Mas que verlos, cada tanto los escucho a través de la pared que separa los espacios. Son voces, gritos, exclamaciones que irrumpen y se mezclan con mi asociación libre. Significantes que van desde “¡Roger Waters!”, hasta “¡colon irritable!”.
No encuentro mejor forma de expresar lo que es pasar un tiempo en análisis.
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